domingo, 12 de febrero de 2012

ADOLFO RUIZ ABASCAL. In memóriam

ROMERÍA DE LA VIRGEN DE GRACIA (Mural. Adolfo Ruiz Abascal)


Hoy lloramos de nuevo a un compañero, un profesor que se jubiló hace años, pero que dejó su impronta en el Instituto, como la deja en su querido pueblo de San Lorenzo de El Escorial.

Adolfo Ruiz Abascal dirigió el Seminario de Dibujo (así se llamaba entonces), y desde allí formó a varias promociones de estudiantes, mientras su mano se dejaba ver en muchas de las actividades del centro.

Aún guardamos la maqueta de Olimpia que realizó con sus chicos de la Reforma cuando Barcelona fue elegida sede olímpica y nos lanzamos a celebrar unos juegos al más puro estilo clásico.
Tenemos encuadernadas sus tarjetas manuscritas del trabajo sobre mitología y flora durante unas jornadas dedicadas al conocimiento de la de San Lorenzo.
El mural del Salón de Actos, cuyas paredes pintó él solo, encaramado en larga escalera cuando dejó de ser Gimnasio, o las fotos del inolvidable viaje a Soria con una memorable promoción de nocturno, nos conservan también su recuerdo.

Siempre estaba dispuesto a enseñar a quien quisiera acompañarlo, los rincones más pintorescos: el púlpito, el cementerio fenicio, el canto de los seis reyes, el molino de jade, la Cachicanía, las fuentes, las dehesas, La Granjilla, los pozos de la nieve, que él contribuyó a restaurar cerca de San Juan de Malagón, miradores y rocas como la del arcabuzazo, en los que nunca habríamos reparado sin su guía.

Los paseos con Adolfo siempre estaban sembrados de anécdotas, como la del árbol hueco donde se escondió un hombre el día en que empezó la guerra civil, y de chascarrillos ("Seis reyes y un santo salieron de este canto, y aun sobró para otro tanto"), cuando no se convertían en un recital poético al amparo otoñal de los tilos.

En primavera, tan pronto nos hacía detenernos ante un botón de oro ("el amarillo más perfecto que hay en la naturaleza", decía), como para observar un "ombligo de Venus", o una vara de San José, una peonía o las diferentes variedades de jara.

En su compañía se abrían todas las puertas, y más las del Monasterio, que nos enseñó de arriba a abajo, desde la cúpula hasta las bodegas, del refectorio a la Biblioteca, de la primera a la última piedra, del coro de la basílica a los entresijos de las cuatro fachadas, tan distintas, que él había plasmado cien veces en sus cuadros.


En la biblioteca, en la del Instituto, conservamos ejemplares de su precioso libro "Del entorno escurialense", editado por la Sociedad de Fomento y reconstrucción del Coliseo Carlos III, en el que invita a los lectores "a pasear con el trazo de la plumilla, por los entrañables rincones, con el sincero deseo de que os hagan tan felices como a mí".
Efectivamente, sus quinientas páginas nos llevan a volver a pasear por el maravilloso paisaje de Guadarrama, y con él en la mano evocamos su entrañable recuerdo.

Descansa en paz, Adolfo.

- ACTA DEL AYUNTAMIENTO, DONDE SE ENUMERAN LOS MÉRITOS DE ADOLFO RUIZ ABASCAL, Y SE LE CONCEDE LA MEDALLA DEL MÉRITO ARTÍSTICO DEL REAL SITIO DE SAN LORENZO DE EL ESCORIAL. (Punto 5º, página 17)

10 comentarios:

  1. A Adolfo

    Adolfo, hermano medieval de la luna, has habitado en la falda de una montaña que te comunicó su pulso y su silencio.

    Fuiste buscador de huellas en la piedra del pasado y has sido el último conocedor de rincones mágicos, ya olvidados, en tu Escorial del alma, acompañado de tu querida y admirable Patri.

    Andador sin tregua, amigo de las sendas y del granito, de los que asimilaste toda su sabiduría; no hay en las inmediaciones ni una sola roca, planta o rayo de luz que no conocieras, en las que no se hubiese detenido tu curiosa mirada, escrutando sus formas, de las que no supieses todos sus secretos y que no hubieran sentido la delicadeza del tacto de tus manos.

    Has dibujado y pintado lo que amabas, lo llevabas grabado en el fondo del alma. Sentiremos tu presencia en esas rocas que soñabas y ese mismo sueño te había revelado que en la montaña, en el corazón de la piedra late ya, perenne, tu propio corazón.

    Eduardo Trinchant

    12 Febrero 2012.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Preciosas tus palabras hacia el amigo con quien tanto compartiste, con quien tanto compartimos, Eduardo.
      Carmen Cuesta

      Eliminar
  2. Este homenaje a mi padre me toca mucho (no sé lo que tardaré en escribir esto pero lo voy hacer)..........
    El 11 de febrero por la noche se pararon dos relojes : el de mi padre (que poco usaba) y el mío.
    El sábado por la noche no le dije ADIÓS , sólo le dí las gracias por TODO.
    Su reloj se paró, el mío ya no seguirá su ritmo, el mío irá hacia atrás en busca de sus recuerdos. Muchos de esos recuerdos y vivencias con mi padre están ahí, en mi-vuestro instituto.
    Casi todo lo aprendí de él, de él y sus amigos, de él y sus compañeros de instituto (mis profesores, mis compañeros, mis amigos).
    Me habéis tocado hondo compañeros, como todo lo que he vivido y aprendido con vosotros, dentro y fuera de mi instituto.
    Muchas gracias a toda la comunidad educativa del IES Juan de Herrera por este homenaje a mi padre.

    Patricia Ruiz mayoral.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Patricia, estamos impresionados por la muerte de tu padre, tan rápida e inesperada, y dedicarle unas palabras era lo menos que podíamos hacer, en reconocimiento a un compañero que tanto nos aportó, a una persona de su forma de ser, que nos aglutinaba alrededor de sus ideas. Su Instituto, el tuyo y de tus hermanos os acompañan en estos tristes momentos:
      Carmen Cuesta

      Eliminar
  3. Acabo de leer lo escrito sobre Adolfo, y escribo también, porque me sale del corazón.
    En el fondo me parece que todos nosotros venimos aquí a jugar a la rueda de la fortuna, los estadios por los que el ser humano gira sin fin. Jugamos o danzamos la danza del tiempo, de lo duradero y de lo efímero. Miramos al pasado, emprendemos nuevas empresas. A veces se me han hecho largos los días, otros días, un soplo. De frente, siempre, el Padre Tiempo, como lo pintó Poussin.
    Me parece que se me han ido muchos años. ¿Cuántos desde que Adolfo se jubiló? ¿Cuántos desde que le conocimos?
    No voy a repetir lo que ya está escrito, los caminos que enseñó, los lugares llenos de belleza, las piedras sagradas, los bosques, los apostaderos, el púlpito de los frailes... Nos dejó una herencia que él se fabricó, como habitar el espacio de nuestras vidas.
    Vivió, conoció, gozó y lo pintó.
    ¿Quién conocía mejor que los propios geógrafos la tierra que habitábamos? Adolfo.
    ¿Quién conocía mejor a sus gentes? Adolfo.
    ¿Quién convivía romerías, fiestas, cuentos? Adolfo.
    Llegabas al instituto, hora punta, sala de profesores:acarreo de papeles, poner notas, coger libros de paso al Seminario; escribían, copiaban, preparaban clase...
    Había un señor con sus ojillos que te miraba profundamente y te pintaba en su mente y a toda esa paranoia de estar y no verse.
    Nos retrataba en el claustro.
    A mí se me asemejaba a Gonzalo de Berceo, el ser llano, que habla, que comparte una bota con sus vecinos. Que hace sencillo e inteligible su arte para todos, sus chascarrillos. Poeta y peregrino, que acaeció en un prado y a quien los artistas pintarían dibujando un pergamino.
    Me enseñó que, además del Instituto, quedaba el resto del mundo: el tiempo libre, la casa, el gozo de la comida, la bebida, la buena sombra, una canción popular. Que se puede vivir sin complejos el dulce no hacer nada, que es hacerlo todo, porque es cuando mejor haces las cosas.
    Inventó formas de amistad, de gozo compartido: teatro, meriendas, noches de agosto...
    Vivió.
    Siempre tuyo, amigo Adolfo:
    Román

    ResponderEliminar
  4. Gracias Román por tus entrañables palabras sobre el querido amigo Adolfo.
    ¡Cuántas veredas llenas de humanidad hay en nuestros montes gracias a su paso!
    Y su alma ya descansa en la intimidad de la piedra.
    Eduardo Trinchant

    ResponderEliminar
  5. Gracias Román por tu precioso escrito sobre nuestro querido Adolfo.
    ¡Cuantas veredas llenas de humanidad, gracias a su paso hay en nuestras montañas!
    Y su alma habita en la intimidad de la piedra.
    E.Trinchant

    ResponderEliminar
  6. Yo también te agradezco tu sensibilidad en esa semblanza que has hecho, tan llena de poesía como todo lo que escribes, Román.
    Carmen Cuesta

    ResponderEliminar
  7. El homenaje a Adolfo del viernes:

    Hubo poemas de varios amigos (algún poeta reconocido y otros aficionados) y de su hija.

    Entre uno y otro, tocaba Jesús Fernández el piano y Santiago (de la peña de Adolfo, La Albarca) la bandurria.

    Su hijo Adolfo había hecho dos vídeos, muy artísticos y emotivos, que nos proyectaron.

    Preparando el acto, el día antes mismo, habían encontrado el guión que tenía preparado el propio Adolfo, y lo pusieron en práctica. También encontraron cuatro versos que seguramente pensaba recitar él. Y ¡ocho cuadritos preciosos del monte Abantos!, cada uno con una frase: el conjunto, un poema encantador.

    Luego pasaron el micro para que hablara quien quisiera. Del instituto, una alumna suya (Marta Ferrer) y un compañero (Gregorio, también su director). Mucha anécdota, mucho de su genio, mucho de su creatividad y sus dotes de organizar y pasar buenos ratos con la gente: teatro, romerías, paseos por cada centímetro del entorno de El Escorial, su Patri, sus hijos...

    El final fue con jotas, sus jotas. En la sala de abajo de El Croché. Mínima y abarrotada.

    Precioso y ajustado homenaje.

    ResponderEliminar
  8. Gracias a él, conocí el entorno de El Escorial, sus fuentes, sus arcas de agua, sus pozos de nieve, sus caminos…etc.

    Un saludo Adolfo allá donde estés.

    ResponderEliminar