jueves, 19 de marzo de 2015

ECLIPSES Y LITERATURA

IMAGEN: http://blog.elle.fr/avriletmoi/wp-content/uploads/sites/52/2015/03/Eclipse.jpg








 
   Nos enteramos por el blog amigo "Biblioteca Hypatia" del IES Valle de Camargo (Cantabria), de que esta primavera viene anunciada por un eclipse de sol. 

   Así que respondemos a su invitación aportando algunos textos que hablan, precisamente, de eclipses, como este poema de Richard EBERHART (EEUU, 1904-2005):

EL ECLIPSE
"Estaba de pie en el frío abierto
Para ver la esencia del eclipse
Que era su perfecta oscuridad.

Estaba de pie en el frío del porche
Y no podía pensar en nada tan perfecto
Como la esperanza de luz que tiene un hombre
Al encarar la oscuridad."

   La sensación de desamparo y de incertidumbre embarga al ser humano, en efecto, ante el sol que se oculta. Enrique JOVEN, en El castillo de las estrellas,  menciona el efecto del eclipse del año 939, durante la batalla de Simancas: 
   "Encontrándose el ejército cerca de Simancas, hubo un espantoso eclipse de sol, que en medio del día cubrió la tierra de una amarillez oscura y llenó de terror a los nuestros  y a los infieles, que tampoco habían visto en su vida cosa semejante. Dos días pasaron sin que unos y otros hicieran movimiento alguno. Finalmente los de Al-Andalus perdieron la batalla y, al volver a Córdoba, Abd al-Rahman III mandó crucificar a trescientos oficiales por su cobardía.". KITAB AR-RAWD.

   También les recomendamos la lectura de “Un yanqui en la corte del rey Arturo”, de Mark Twain, (EEUU, 1835-1910), cuyo capítulo seis se titula “El eclipse”.  
   Bien pudo  este episodio ser la inspiración de una de las aventuras del cómic de Hergé, “Tintín en el templo del sol”, que podemos ver convertida en  película de animación en You Tube.
   Y, sin duda, también es la fuente del guatemalteco Augusto Monterroso para este relato:
EL ECLIPSE
   "Cuando fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido, aceptó que ya nada podría salvarlo. La selva poderosa de Guatemala lo había apresado, implacable y definitiva. Ante su ignorancia topográfica se sentó con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso morir allí, sin ninguna esperanza, aislado, con el pensamiento fijo en la España distante, particularmente en el convento de los Abrojos, donde Carlos V condescendiera una vez a bajar de su eminencia para decirle que confiaba en el celo religioso de su labor redentora.
   Al despertar, se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible que se disponían a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolomé le pareció como el lecho en que descansaría, al fin, de sus temores, de su destino, de sí mismo.
   Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas nativas. Intentó algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas.
   Entonces floreció en él una idea que tuvo por digna de su talento y de su cultura universal y de su arduo conocimiento de Aristóteles. Recordó que para ese día se esperaba un eclipse total de sol. Y dispuso, en lo más íntimo, valerse de aquel conocimiento para engañar a sus opresores y salvar la vida.
-Si me matáis -les dijo- puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura.
   Los indígenas lo miraron fijamente y Bartolomé sorprendió la incredulidad en sus ojos. Vio que se produjo un pequeño consejo, y esperó confiado, no sin cierto desdén.
   Dos horas después, el corazón de fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre vehemente sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz de un sol eclipsado), mientras uno de los indígenas recitaba sin ninguna inflexión de voz, sin prisa, una por una, las infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles.”
 



- MONTERROSO EN EL CENTRO VIRTUAL CERVANTES

- EL MURO DE PLANCK, blog de Enrique Joven sobre Ciencia, Tecnología y Política que, "como luz y materia tras el Muro, son casi la misma cosa."