martes, 9 de noviembre de 2010

Literatura en prisión, gladiolos en la calle



"En la cárcel de Holguín sólo se nos permitía a los presos recibir una jaba* de alimentos de 40 libras (13'6 kilos) incluyendo libros y artículos de aseo, en las visitas que nos hacían los familiares cada dos meses.
Yo renunciaba a parte de la comida, a pesar de lo mal alimentado que estaba, pues necesitaba los libros. No habría soportado el encarcelamiento sin leer."
"Allí sólo nos llegaba un diario, el Granma (Órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba). Establecíamos turnos para poder leerlo, de modo que no fuera siempre el mismo el que primero lo tuviera. Necesitábamos leer."

* jaba: En Cuba, especie de cesta, hecha de tejido de junco o yagua o bolsa de tela, plástico, etc., para llevar a mano.(D.R.A.E.)

Son palabras de Adolfo Fernández Sainz, uno de los 75 cubanos que fueron arrestados durante la primavera negra de Cuba en marzo del 2003, y a quien luego se condenó a 15 años de privación de libertad. El 20 de agosto llegó a España, a causa del compromiso firmado por la Iglesia y nuestro gobierno con el de Cuba. Como a él, nuestro país recibió a bastantes más, pero aún quedan trece en prisión, que no aceptaron la libertad si tenían que abandonar su patria.


Esto se lo oímos a Adolfo el domingo, 7 de noviembre, en el Consejo General Federal de Amnistía Internacional al que había sido invitado nuestro Grupo Escolar. Estaba allí acompañado de su esposa, la Dama de blanco Julia Núñez, que nos emocionó al contarnos cómo las mujeres de esos presos decidieron vestirse de blanco y salir, con un gladiolo en la mano, a la calle cada semana para hacerse ver y reclamar la libertad para estos hombres. Y lo consiguieron.
Adolfo luego se acercó a nuestro grupo, y nos encomendó que estuviéramos muy atentos a no dejar que se haga con el poder nadie que pueda minar la libertad.

Verdaderamente nos impresionaron sus vivencias: la de él, encarcelado para quince años por escribir defendiendo sus ideas, y sobreviviendo allí con sus lecturas; la de ella, ama de casa, unida a otras muchas en la calle en ese hermoso gesto. Ambos, ejemplo de valentía, de dignidad.

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