Desfile de los malos y los malditos. Polifemo |
Nos preguntaba una amiga, tras comentarle el programa del Día del Libro de este curso si se implicaba el profesorado.
"¿El profesorado? ¡Todos los Departamentos, y todo el alumnado, y los no docentes! Es la fiesta del Instituto."
¿Y observáis que se lee más después de ese día? siguió ella.
"¿Leer? ¡Ah, claro, lo dices porque es el Día del Libro!"
Pues no exactamente: no es el día de leer, pues la lectura la mantenemos durante todo el curso, desde todo tipo de perspectivas, según el momento, el área y el grupo de que se trate. Lo que hacemos es festejar que es el Día del Libro, y el festejo es a lo grande.
Empezamos el lunes 22 con el Mercadillo de libros que organizan los Alumnos Críticos y Comprometidos: mesas en el patio con libros para canjear con el boleto que tienen por cada libro entregado la semana anterior. El recreo se llena de color y de la excitación ante las mesas revisando los libros para ver de qué tratan, para decidir cuál es el mejor, si no para ellos, sí para alguien de casa.
El propio día, a última hora, el timbre anuncia que todos los delegados han de correr al Departamento de Lengua en busca del sobre que llevarán a su clase. Se abre, se lee el comienzo del texto propuesto (este año, De Profundis, de Wilde, en español y en inglés) y los distintos equipos que el profesor de Lengua ha formado, redactan su escrito. Cuando queda cuarto de hora, se leen todos y se decide cuál va a representar a la clase, que se entrega, al toque del timbre de salida para que el Jurado decida cuál de cada nivel se merece los puntos para el concurso Entre clases anda el juego, y a quién se premia, por ser el mejor del Instituto, con un gran recreo de toda la clase con superalmuerzo de lujo.
Otro Jurado anda metido en lecturas de los relatos históricos y de viajes que se han presentado al Concurso.
La entrada del día 23 es dulcificada con chucherías y un entusiasta "¡Feliz Día del Libro!" que suscita la sonrisa.
Alumnos y tutores corren hacia su aula: hay que disfrazarse y ensayar por última vez para el Desfile de los Malos y los Malditos, hasta que alguien llame a la puerta y avise de que ha llegado la hora de actuar ante el Gran Jurado, bajo el espectacular cartel creado por el Grupo Específico Singular.
En dos minutos cada clase ha de representar al personaje que le correspondió por sorteo de entre los que desgrana el libro de Savater, "Malos y Malditos" y algún otro.
Dr. Jekyll y Mr Hyde, Polifemo, los inquietantes seres de Lovecraft que salen del mismo Necronomicón, recitan, despliegan su coreografía, cantan o declaman. Sólo ese par de minutos para desplegar toda la creatividad de que han sido capaces, para demostrar que, si se lo proponen, saben trabajar en equipo, aportando cada cual su habilidad para el proyecto común. El Jurado (antiguos alumnos y profesores, una madre, la Jefa de Secretaría) adjudicará el premio anunciado: grandísima comida para la clase ganadora
Llega el tiempo de recreo, de cambiarse el disfraz y recoger el aula, de prepararse para la Yincana de la Discordia. Los sesenta y tantos equipos de siete alumnos (capitán de bachillerato, dos de 1º de ESO, dos de 2º y aún dos más) con su dorsal creativo, estudian qué control se les ha marcado como el primero para su recorrido. En los treinta y un puestos les dirán qué hacer: recitarán con una madalena en la boca, compondrán un rap, reconocerán los huesos del esqueleto del gimnasio, o las canciones en inglés en el control del Támesis; se harán una manicura francesa en el banquillo de Jefatura, crearán una flor papirofléxica, o una tour Eiffel con espaguetis; ajustarán tornillos en el taller, se devanarán los sesos para descubrir un percebe, o, con los ojos vendados reconocerán objetos y olores y sabores misteriosos. Averiguarán en este día de enfrentamientos que Sófocles puso en labios de Antígona palabras de amor.
Profesores disfrazados, alumnos controladores, entrevistadores y fotógrafos por doquier, vigilan que todo transcurre a la perfección. En cada control, el capitán ordena la estrategia y da preponderancia al miembro de su equipo que es más hábil para cada propuesta.
La señal de término de la yincana deja a todos con las ganas de haber pasado por los puestos que aún no han recorrido. Pero ahora toca buscar el lugar donde cada ciclo va a presenciar el enfrentamiento de Las palabras de la Discordia. Todo el mundo a su corralito, menos los representantes de cada clase. Sucesivas escaramuzas, andanadas de vocabulario, conducen a una bien merecida victoria a quienes resisten cada enfrentamiento. Alguna ganancia léxica llevan todos. Y los grupos de los vencedores, un desayuno especial.
Se marchan ya los alumnos, y los profesores reponemos fuerzas con manjares pantagruélicos antes de recibir el libro que nuestro Amigo invisible ha dejado para nosotros.
En el Nocturno, vuelve a celebrarse, tras un parón de algún curso, el Día del Libro: dos alumnos se enfrentan. Ella defiende que el ser humano actúa libremente. Él, que es guiado por un determinismo irremediable. Se han documentado durante semanas y nos provocan para que reflexionemos, para que intercambiemos opiniones.
Y, como es el día de Shakespeare también, nos presentan el Cuento de Invierno y en el atento auditorio despiertan el deseo de leerlo. Animan a sus compañeros a repetir esta estructura de debates y lectura shakespearina en cursos posteriores y convertirlo en tradición. Alguien recoge el guante.
Se cierra el Instituto.
El miércoles 24 volvemos con otros ojos, más cómplices, conociéndonos más. Pilas recargadas para la recta final.
FOTOS DEL DÍA DEL LIBRO 2013
Hermoso, hermoso, hermoso...
ResponderEliminarUn abrazo
Efectivamente, hermosísimo, Bibliolibre. Sobre todo por la total implicación de TODO el Centro.
ResponderEliminarGracias por tu comentario. Otra vez.
Un abrazo también para ti:
Carmen