lunes, 15 de abril de 2013

De bosques

Nos preguntan desde una Biblioteca amiga por títulos que traten de bosques, y, aun sin mucho tiempo disponible,nos ponemos a pensar qué títulos se nos ocurren.
Asi, de pronto, aparte de El bosque animado, de Wenceslao Fernández-Flórez, Robin de los Bosques o , claro, uno que nos parece imprescindible desde que nos lo dio a conocer un compañero: El hombre que plantaba árboles, de Jean Giono.

De bosques de otro tipo, El libro de la selva, de Kipling, todos los de Tarzán, de Edgar Rice Burroughs, Los cuentos de la Selva, de Horacio Quiroga, El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, o  El sueño del celta, de Mario Vargas Llosa.

Y, ya que estábamos, hemos estrenado el buscador de Canal lector, la web que nos recomendábamos ayer, donde encontramos estos enlaces que podrían servir:
Donde los árboles cantan, de Laura Gallego: éxito asegurado
En el corazón del bosque, de John Boyne, el autor de El niño con el pijama de rayas.
La dama del bosque
Los gatos guerreros. El bosque de los secretos
Shadow forest. El bosque de las sombras
El santuario del pájaro elefante
El gigante bajo la nieve

De regalo, nos hemos topado en nuestro socorrido banco de datos de El poder de la palabra, con este boscoso texto de Somerset Maugham: 
Carnets de un escritor (fragmento)

"Mi cumpleaños pasó sin ceremonias. Trabajé como de costumbre por la mañana y por la tarde fui a dar un paseo por los bosques que hay detrás de mi casa. Jamás he podido averiguar qué es lo que da a esos bosques su misterioso atractivo. Son bosques como no he visto nunca. Su silencio parece más profundo que cualquier otro silencio. Los cedros macizos, con su robusto follaje, están festoneados por el gris de los musgos como una mortaja hecha jirones, las heveas en esta época carecen de hojas y los racimos de bayas de los arbustos están secos y amarillos; aquí y allá algún otro pino, con su rico verde rutilante, se eleva por encima de los demás árboles. En estos bosques abandonados e incultos hay una curiosa extrañeza, y aunque vaya uno solo, no se siente solo porque se tiene la extraña sensación de que seres invisibles, ni humanos ni inhumanos, flotan alrededor de nosotros. Algunas veces, por detrás de un árbol, parece asomarse una sombra que nos contempla pasar. Hay una atmósfera de suspensión, como si todo lo que hay alrededor nuestro estuviese esperando que algo ocurriese."

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