jueves, 28 de octubre de 2010

ALUMNOS AYUDANTES


Ya en otra entrada he mencionado a nuestros alumnos ayudantes.
Son la joya de nuestro proyecto, Biblioteca entre todos, Biblioteca para todos.
Desde que vi que Agustina, en Villanueva de la Cañada, los dejaba al frente del préstamo en un recreo en que ella no podía atenderlo, no paré de darle vueltas. Ahora nuestra biblioteca no sería lo mismo sin ellos.

Este curso se han apuntado cincuenta y uno. Casi todos, de Primero de ESO. Ayudan en los recreos.
Y yo les digo "¿No estaríais mejor en el patio tomando el aire y el bocata, jugando con vuestros amigos?" Pues no. Aquí los tenemos.
El día que bajan con su tutor a conocer la biblioteca, les cuento todo el trabajo que hay que hacer y les enseño fotos de ayudantes de otros cursos. Al final de la visita, o al día siguiente, se apuntan seis o siete de cada grupo. ¡IMPRESIONANTE!

En sus Colegios de Primaria los recreos los dedicaban a actividades: teatro, revista, ... y les parece natural que un profesor les ofrezca actividad.
A unos les atraen los libros, a otros el lector del código de barras, el sello que tiene que poner en cada documento, el fechador, ...
Otros, es que prefieren el ambiente silencioso de la biblioteca al bullicio del patio. Unos cuantos no tienen amigos. Todavía. Porque al cabo de unas semanas, los vemos ya hablar con otros que estaban como ellos, y poco después empiezan a no venir tan asiduamente, porque ya han encontrado su rincón en el recreo de fuera. Nos gusta cuando vienen; nos gusta cuando ya no necesitan venir.

El caso es que, entre unas cosas y otras, su ayuda es impresionante: realizan todo el proceso manual de tejuelado, sellado, ...; buscan y colocan libros; se ocupan del préstamo; pegan carteles por el pasillo, participan en el montaje de exposiciones, ...
Sienten la biblioteca como suya, la cuidan, la miman, se preocupan por ella. A través de esa función, se sienten parte del Centro. ¡Cómo nos emocionó María cuando llegó del verano con tres cuentos en árabe! Sabía lo difícil que nos resulta conseguir libros para los alumnos inmigrantes, y, por su cuenta, se los había encargado a su padre, que hizo un viaje de vacaciones por Marruecos.
Ya hablé de Vanessa, que, recién llegada de Ecuador, encontraba en la biblioteca un lugar familiar.
Ella, y muchos otros, con el pasar de los años, se siguen considerando alumnos ayudantes, y puedo echar mano de ellos, como Agustina, para que se hagan cargo del préstamo en el recreo cuando tengo que faltar.

En junio, los invitamos a la Feria del Libro, y les pedimos que busquen títulos que les apetezca tener en la biblioteca. ¡Felices! A la vuelta, en el autobús todo es comentar de libros, de escritores, sepultados entre los marcapáginas, pósteres y gorras que han conseguido.
Se llevan del curso eso y mucho más.

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