Escribe Vargas Llosa en El país un artículo titulado Rinkeby.
En él cuenta que, durante su estancia en Suecia por la entrega de su premio Nobel, lo que más le conmovió fue su visita a un modesto barrio del Sur de la ciudad llamado Rinkeby, uno de los distritos más pobres del país, la inmensa mayoría de cuyos pobladores son familias inmigrantes:
"Lo importante de conocer en Rinkeby es el colegio público, una institución que es un espejo de lo que debería ser la sociedad humana, el mundo entero, si prevalecieran entre nosotros los mortales la sensatez, el tino y el espíritu práctico. Hay en este colegio chicos y chicas que hablan 19 idiomas distintos y proceden de un centenar de países diferentes. Todos conocen el sueco y el inglés, pero no han perdido su lengua materna porque el colegio se las ha arreglado para que todos reciban, cuando menos una hora por semana, clases en el idioma que hablan en casa y hablaron sus ancestros."
Cuenta el escritor cómo lo recibieron en sus diecinueve lenguas chicos de esas diferentes procedencias, y cómo están integrados en un centro que, siendo violento, marginado, sucio, descuidado, se ha convertido en puntero, con resultados académicos destacados, y que es solicitado por muchas familias de otros barrios.
Vargas Llosa habló luego a los alumnos de que el mundo está lleno de explotación y de discriminación, pero que los escritores pueden contribuir al entendimiento de los otros, a destruir, con la ficción, con la escritura, las barreras de soledad de las comunidades, comunicando ideas y emociones,... Añadió: "Somos constructores de puentes. Esos puentes están en los libros. ¡Lean buenos libros! ¡La literatura es el mejor entretenimiento del mundo!. Nos anima a desear una vida más rica, es el motor del progreso".
En su recorrido por el colegio, le enseñaron la biblioteca. Lo recoge en su artículo:
"Visité la biblioteca y me dio gusto saber, por boca de una de las bibliotecarias, que la enseñanza de la literatura y la incitación a leer forman parte primordial del currículo de la escuela. No es de extrañar que, al revés de lo que se suele creer, la escuela no es más que un reflejo de aquello que ocurre en la vecindad, en este caso la formidable transformación del colegio del barrio haya tenido un efecto saludable en la comunidad que lo rodea, atenuando la violencia, las disputas étnicas y religiosas, la criminalidad."
Busco en internet información sobre esta escuela, y encuentro un artículo, titulado “From the worst to the first” – the story of the Rinkeby school, de Bo Dahlin, Karlstad University, Suecia.
En él recoge el proceso de la maravillosa reconversión del colegio de Rinkeby. De acuerdo con una Asociación de Padres que se constituyó, pues anteriormente no había, el nuevo director, Börje Ehrstrand, fundamentó el cambio en tres aspectos:
- Limpieza y reparación de todo desperfecto,
- Orden y seguridad en las aulas
- Motivación y confianza en el futuro
En ese proceso, la biblioteca se convirtió en un área de innovación. Contrataron a dos bibliotecarios, e invirtieron una gran parte del presupuesto, mucho más de lo habitual, desde el convencimiento de que el fruto sería muy superior al gasto.
Los alumnos no aprenden sólo mediante el libro de texto, sino también de novelas, de libros que aportan una mirada a otras culturas y a la vida de otras gentes, algo que en un ámbito heterogéneo por la inmigración debe ser connatural.
Los profesores de lengua y literatura recurren a debates en los que los chicos comparten sus experiencias lectoras. Estas charlas consiguen ampliar horizontes y profundizar en torno a las emociones, contribuyendo así a mejorar sus competencias, e incidir en lo que se trata en los tiempos que se han asignado en este colegio para tratar sobre los valores básicos.
Su biblioteca escolar es mucho más que un espacio lleno de libros. Se abre a diario, de 8:00 a 16:00 h., y se ve más como una actividad que como un lugar.
Los alumnos bibliotecarios cooperan con el profesorado. Participan en la planificación de los trabajos de investigación, y organizan regularmente tertulias sobre libros con grupos de alumnos, sobre todo con aquéllos que tienen problemas de comunicación.
Se ha invertido más en libros y enciclopedias que en ordenadores, pues su experiencia es que los alumnos encuentran en los libros con mucha más rapidez lo que necesitan que en internet: la búsqueda en webs es mucho más difícil y lleva más tiempo. Además, con frecuencia estar ante el ordenados, se convierte en un simple juego. De modo que, cada vez que los alumnos quieren usar el ordenador, necesitan una autorización de su profesor.
En la biblioteca de Rinkeby, los estudiantes pueden también obtener ayuda para sus deberes, ya sea de los bibliotecarios, ya de dos voluntarios contratados para ello.
Se dedican días completos en el centro, incluso semanas, exclusivamente para leer literatura, de modo que este centro ha sido reconocido como el que tiene los alumnos que han leído más libros que los del resto de Suecia. Y sus bibliotecarios fueron premiados como Bibliotecarios escolares del año por su trabajo.
domingo, 23 de enero de 2011
Vargas Llosa en Rinkeby
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