domingo, 8 de febrero de 2015

Iván Forero, un hombre cargado de conocimiento, de vivencias y de humanidad

 
   El Grupo Escolar de Amnistía Internacional del IES Juan de Herrera invitó a Iván Forero el pasado jueves, 5 de febrero, a que nos hablara de Globalización económica y Derechos Humanos en el Instituto. 

   Se hizo corta cada una de las dos sesiones en que tuvimos que dividir el acto para que más gente pudiera escuchar a este colombiano nacido ¿casualmente? un 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos. 

   Iván está en nuestro país acogido por España mediante el Programa de Defensores de Derechos Humanos de Alto Riesgo de Amnistía Internacional a causa de las amenazas de muerte que recibió por su trabajo en el programa 'Colombia Nunca Más', que agrupaba a dieciocho ONG y cuyo propósito fundamental era recuperar la memoria sobre los crímenes de Estado cometidos durante 40 años (1960 a 2000). 

   Nos habló de que es preciso leer la realidad para escribir la historia. Nos habló de que, para dominar el mundo, ya no es necesario tomar territorios por las armas, pues es mucho más efectivo el control mediante el miedo y mediante el hambre: 

   Mencionó el informe Sábato, 'Nunca más', que explica cómo se impuso el miedo en Argentina por el procedimiento de hacer desaparecer a las personas.


   Y no le dio tiempo a proyectar el estremecedor vídeo 'Los motivos del hambre en el mundo'de Informe Semanal, que entrevista a Jean Ziegler, relator especial de la ONU sobre el derecho a la alimentación. Denuncia las prácticas del mercado, que especula y monopoliza el comercio mundial de alimentos y pone trabas a programas de regadío, perfectamente factibles, con los que los países con hambruna podrían autoabastecerse. Dice Ziegler que hay recursos suficientes para alimentar a toda la población mundial, y añade tajante: "No hay fatalidad alguna: un niño que muere de hambre, es asesinado."
FUENTE: http://www.imagenesrf.com/imagenes16/personas-de-hambre-4.jpg

   Forero explicó que la llamada 'globalización' es en realidad un neocolonialismo, no de estados, sino de multinacionales, y recomendó la lectura de La tercera ola, publicado en 1979 por Alvin Toffler, en que ya anunciaba que, tras las dos primeras olas (revolución agrícola y tecnológica), llegaría un nuevo cambio de civilización. 

   Denunció Iván Forero que, en este mundo globalizado, se producen abusos tales como que España pueda comprar cuota de contaminación ambiental a Guinea Ecuatorial, para seguir contaminando por encima de lo que es sostenible. 

   Denunció que en su país, Colombia, se siguen produciendo desalojos forzosos de campesinos para que ciertas multinacionales se instalen en sus territorios, causa profunda de la guerra interminable colombiana, como explica Amnistía Internacional a la vez que promueve acciones como "¡Devolvednos la tierra!"

   "El actual conflicto armado interno de Colombia ha enfrentado durante más de 50 años a las fuerzas de seguridad y los paramilitares contra los grupos guerrilleros. Se ha caracterizado por los niveles extraordinariamente altos de abusos contra los derechos humanos y violaciones del derecho internacional humanitario cometidos por todas las partes, mientras la población civil ha sido, con mucho, la principal víctima. Los más afectados por la violencia han sido las comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas, así como los defensores y defensoras de los derechos humanos, los líderes comunitarios y los sindicalistas."

   Uno de esos desalojos dejó huérfana a la madre de Iván Forero a muy corta edad, y arrasado su pueblo en los años 50. 

   Pero incluso antes, en 1928, ya se producían crímenes contra la población para defender los intereses de una empresa extranjera, como la United Fruit Company, que controlaba (y controla, con el nombre de Chiquita Brands ahora) la producción de bananas en Colombia. El 6 de diciembre de aquel año, en el municipio de Ciénaga, departamento del Magdalena, un batallón de las Fuerzas Armadas del estado abrió fuego contra un número indeterminado de manifestantes que protestaban por las precarias condiciones de trabajo en la United Fruit Company. La cifra de muertos, nos dijo Iván, alcanzó los cuarenta y dos mil, entre los trabajadores de la compañía y los del ferrocarril. 

   Esta 'masacre de las bananeras' lo recoge García Márquez en "Cien años de soledad", de donde extractamos estos  fragmentos:
   "La huelga estalló dos semanas después y no tuvo las consecuencias dramáticas que se temían. Los obreros aspiraban a que no se les obligara a cortar y embarcar banano los domingos (...)
   La inconformidad de los trabajadores se fundaba esta vez en la insalubridad de las viviendas, el engaño de los servicios médicos y la iniquidad de las condiciones de trabajo. Afirmaban, además, que no se les pagaba con dinero efectivo, sino con vales que sólo servían para comprar jamón de Virginia en los comisariatos de la compañía. (...)
   La ley marcial facultaba al ejército para asumir funciones de árbitro de la controversia, pero no
se hizo ninguna tentativa de conciliación. Tan pronto como se exhibieron en Macondo, los soldados pusieron a un lado los fusiles, cortaron y embarcaron el banano y movilizaron los trenes. Los trabajadores, que hasta entonces se habían conformado con esperar, se echaron al monte sin más armas que sus machetes de labor, y empezaron a sabotear el sabotaje. Incendiaron fincas y comisariatos, destruyeron los rieles para impedir el tránsito de los trenes que empezaban a abrirse paso con fuego de ametralladoras, y cortaron los alambres del telégrafo y el teléfono. Las acequias se tiñeron de sangre. (...) La situación amenazaba con evolucionar hacia una guerra civil desigual y sangrienta, cuando las autoridades hicieron un llamado a los trabajadores para que se concentraran en Macondo. El llamado anunciaba que el Jefe Civil y Militar de la provincia llegaría el viernes siguiente, dispuesto a interceder en el conflicto. (...)
      – ¡ Tírense al suelo! ¡ Tírense al suelo!
   Ya los de las primeras líneas lo habían hecho, barridos por las ráfagas de metralla. Los sobrevivientes, en vez de tirarse al suelo, trataron de volver a la plazoleta, y el pánico dio entonces un coletazo de dragón, y los mandó en una oleada compacta contra la otra oleada que se movía en sentido contrario, despedida por el otro coletazo de dragón de la calle opuesta, donde también las ametralladoras disparaban sin tregua. Estaban acorralados, girando en un torbellino gigantesco que poco a poco se reducía a su epicentro porque sus bordes iban siendo sistemáticamente recortados en redondo, como pelando una cebolla, por las tijeras insaciables y metódicas de la metralla. El niño vio a una mujer arrodillada, con los brazos en cruz, en un espacio limpio, misteriosamente vedado a la estampida. Allí lo puso José Arcadio Segundo, en el instante de derrumbarse con la cara bañada en sangre, antes de que el tropel colosal arrasara con el espacio vacío, con la mujer arrodillada, con la luz del alto cielo de sequía, y con el puto mundo donde Úrsula Iguarán había vendido tantos animalitos de caramelo.
   Cuando José Arcadio Segundo despertó estaba bocarriba en las tinieblas. Se dio cuenta de que iba en un tren interminable y silencioso, y de que tenía el cabello apelmazado por la sangre seca y le dolían todos los huesos. Sintió un sueño insoportable. Dispuesto a dormir muchas horas, a salvo del terror y el horror, se acomodó del lado que menos le dolía, y solo entonces descubrió que estaba acostado sobre los muertos. No había un espacio libre en el vagón, salvo el corredor central. Debían de haber pasado varias horas después de la masacre, porque los cadáveres tenían la misma temperatura del yeso en otoño, y su misma consistencia de espuma petrificada, y quienes los habían puesto en el vagón tuvieron tiempo de arrumarlos en el orden y el sentido en que se transportaban los racimos de banano. Tratando de fugarse de la pesadilla, José Arcadio Segundo se arrastró de un vagón a otro, en la dirección en que avanzaba el tren, y en los relámpagos que estallaban por entre los listones de madera al pasar por los pueblos dormidos veía los muertos hombres, los muertos mujeres, los muertos niños, que iban a ser arrojados al mar como el banano de rechazo."
(Tomado de Ediciones Orbis. 1982)

   Durante todas las horas que estuvo con nosotros, Iván no dejó de evocarnos la historia y la realidad de América, del mundo, que tan bien conoce como historiador, sociólogo y defensor de los Derechos Humanos. También insistió en que esta globalización no puede dejar los Derechos Humanos fuera de la Constitución de ningún país, y de que esta crisis globalizada está produciendo recortes que atentan contra esos Derechos, en sanidad, en vivienda, en educación..

   Con su visita hizo realidad uno de los llamados por él 'sentipensamientos': 
"La escuela sola no educa sin relación con la calle, con la gente". 

   Él trajo al Juan de Herrera un buen pedazo de esa calle, de la gente, y animó a nuestros jóvenes, condenados a ser migrantes, a denunciar la injusticia, a defender los Derechos Humanos donde quiera que estén. 

     - Iván Forero en el Foro Internacional de Víctimas de Colombia (13 de septiembre de 2014). Vídeo 1Video 2 
       - Entrevista a Iván Forero, por Mario CasasúsLa Jornada, Morelos (18-6-2007)
Declaraciones de Iván Forero cuando el Foro Social Mundial de las Migraciones 2006, organizado por la Comisión Española de Ayuda al Refugiado.
Entrevista a Jean Ziegler
- Artículo sobre Álvaro Cepeda Samudio (1926-1972), colombiano, quien en su novela 'La casa grande', también recoge la masacre de las bananeras.

2 comentarios:

  1. Hermoso compañera! La vida está llena de casualidades. Ayer vino mi hijo de Cartagena de Indias porque ha estado trabajando allí esta semana con la familia y amigos de Gabo...¿no es curioso lo de las coincidencias?

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  2. Sí, Bibliolibre: ¡Qué curioso! Y ahí está Gabo, y Colombia y ...
    Un abrazo

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