Allá por enero, los profesores de los Seminarios del Plan lector, llegamos a la extravagante decisión de que este año, por aquello de ser el de la Biodiversidad, lo íbamos a dedicar al Fin del mundo.
A partir de ahí, todo fue dar vueltas al tema y buscar cómo abordarlo desde nuestras asignaturas. Los de Ciencias Naturales, mientras estudian los biomas con sus chicos, los llevan a investigar cuáles son las especies en extinción. Los de Sociales, se afianzan a la lectura de “Finis mundi”. En Latín y Cultura Clásica estudiamos el mito del diluvio universal, la calcinación de la tierra por la impericia de Faetón, el catastrófico fin de Pompeya, la misteriosa desaparición de la Atlántida y las inscripciones latinas que en los Panteones del Monasterio recogen las profecías apocalípticas de Joel. El profesor de Religión selecciona fragmentos del “Apocalipsis” de San Juan. En Lengua se lee “La carretera”, “El ensayo sobre la ceguera”, “Soy leyenda”,…
Se suscitan debates entre los apocalípticos y los optimistas.
Y con ese tema de fondo, nos embarcamos en el Día del Libro.
La víspera en el recreo, se entregan los premios y diplomas a los participantes en el II Concurso de relato histórico y de viajes: del imperio romano al 23 F, la expedición de Darwin o un exhaustivo recorrido por África, entremezclados con todo tipo de peripecias de diferentes épocas y culturas son los argumentos de los numerosos relatos entregados.
Esa tarde, varias decenas de alumnos de todos los cursos se quedan en el instituto para preparar exposiciones, salas y carteles, colaborando admirablemente mayores y pequeños en equipo.
Por fin llega el día. A las 8:30 hay aglomeración para pasar la verja: un pasillo de ciegos imbuidos de Saramago entregan a todos un papel con terrible amenaza: “Si quieres sobrevivir al fin del mundo, has de hacer lo que te indica este mensaje”, y un texto en lengua extraña, que no podremos descifrar sin ayuda de los chicos de otros países.
En estado de ansiedad, por el pasillo contemplamos carteles que los alumnos de Plástica han diseñado para avisarnos también del fin del mundo. Unos pasos más allá, un negro mapa nos informa de que la extinción de especies ya está en camino por todo el planeta y se ha adentrado en España.
Los del Aula Enlace documentan en sus carteles qué escritores han tocado este tema: Verne, Wells, Matheson, Finney, Houellebecq, y nos hablan además de las literaturas de sus propios países.
En la biblioteca, una yincana hace buscar a Nostradamus, entre el “Apocalipsis” de San Juan y otros títulos sobre el Fin del Mundo. Las otras veinte preguntas giran en torno a otros muchos ejemplares expuestos: narrativa, juvenil, ficción, películas, libros de El Escorial, de ciencia, …, y, claro, Miguel Hernández, Delibes y Cervantes.
“¿Y Shakespeare no?” Pregunta una alumna de 2º. Sí, claro, hay paneles hablando de él y de otros autores ingleses en el vestíbulo.
Justo entonces nos apartamos porque pasa un grupo de 1º extrañamente vestido, pastoreado por el tridente de un altísimo demonio con cuernos y rabo. Van hacia el gimnasio. Allí un ángel justiciero les ordena que se coloquen ordenadamente en el sitio reservado. Tras ellos, llegan los otros primeros, cada clase con su distintivo y su diablo profesor correspondiente.
Se va a proceder a la última lectura en público de antes del fin del mundo. Por orden van leyendo los equipos representantes de cada clase. La ocasión es solemne: se juegan una sesión de película con palomitas. El diablo del jurado del otro mundo dictamina: 1º E merece llegar al Juicio Final.
Se produce un Juicio paralelo en el Salón de Actos, con el mismo protocolo, y así será toda la mañana, hasta el Juicio Final, en que los equipos ganadores de nivel rivalizan por el gran premio: toda la clase irá al cine a ver “Alicia en el País de las maravillas”.
Lo merece 3º B, hoy un poblado indio, por su lectura de poemas sobre la muerte. Los inflexibles Jueces infernales se las han visto y deseado, pues la rivalidad era grande, sobre todo con los desvergonzados camareros de 1º de Bachillerato. Los demás, a la zaga, tomando nota para el año que viene… si seguimos existiendo.
En eso, suena por megafonía la música de “Apocalipsis now”, “La cabalgata de las valkirias” de Wagner. Todo el mundo se lanza al patio: es la hora del mercadillo de los AAII (Alumnos Involucrados). En este fin del mundo, nadie quiere quedarse sin canjear su bono por un libro.
Acabado el recreo, cada clase se va al aula asignada. ¡Ay del que, impuntual, es hallado por un diablo profesor que vigila los pasillos! Restará oportunidades para que toda su clase consiga el ansiado recreo de más, con chuches en el patio, si el relato o carta del fin del mundo que escriban entre todos es el mejor de su nivel; o , si es el mejor del instituto, esa ansiada última hora en la cafetería con pizza.
Los malos comportamientos son terriblemente castigados hoy en el banco de los tormentos de Jefatura de Estudios. Afortunadamente, son pocos los condenados.
Aún queda que los de 1º y 2º de ESO logren resolver El último problema. Para ello tienen que descifrar enigmas matemáticos y sortear pruebas cuya solución sólo está en la gran red, a la que se accede desde los ordenadores de la biblioteca.
Mientras los de 4º ven la película “El día de mañana”, los de Bachillerato viven en el patio la experiencia “saramágica” de encontrarse, de repente, ciegos, y de tener que moverse por un mundo de tinieblas, lleno de obstáculos.
Cuando salgan de ese angustioso estado, se enfrentarán a la prueba definitiva: ganará el chocolate para su clase el equipo que logre superar el limbo ortográfico sin caer en el error. Ganan, tras encarnizada y limpia rivalidad, los ciegos de 1º B.
¡Atención! Suenan las alarmas: lo que el mensaje críptico matutino anunciaba: “A las dos y cinco, estáte lo más cerca de la tierra que puedas”. Lo han descifrado, y la calle de entrada, se llena de cuerpos en peligro de extinción, hasta que La Voz Suprema nos tranquiliza: el peligro ha pasado. Podemos irnos de fin de semana.
Entonces, ángeles y demonios recobran su aspecto normal y se agasajan unos a otros con libros y viandas. El Día del Libro ha pasado felizmente una vez más.
¡NO! Cuando encontramos un minuto libre, leemos el texto con que el Departamento de Lengua nos ha felicitado el día:
Julio CORTÁZAR, Fin del mundo fin(Material Plástico. Historias de cronopios y de famas. 1962)
Como los escribas continuarán, los pocos lectores que en el mundo había van a cambiar de oficio y se pondrán también de escribas. Cada vez más los países serán de escribas y de fábricas de papel y tinta, los escribas de día y las máquinas de noche para imprimir el trabajo de los escribas. Primero las bibliotecas desbordarán de las casas, entonces las municipalidades deciden (ya estamos en la cosa) sacrificar los terrenos de juegos infantiles para ampliar las bibliotecas. Después ceden los teatros, las maternidades, los mataderos, las cantinas, los hospitales. Los pobres aprovechan los libros como ladrillos, los pegan con cemento y hacen paredes de libros y viven en cabañas de libros.
Entonces pasa que los libros rebasan las ciudades y entran en los campos, van aplastando los trigales y los campos de girasol, apenas si la dirección de vialidad consigue que las rutas queden despejadas entre dos altísimas paredes de libros. A veces una pared cede y hay espantosas catástrofes automovilísticas. Los escribas trabajan sin tregua porque la humanidad respeta las vocaciones, y los impresores llegan ya a orillas del mar.
El presidente de la república habla por teléfono con los presidentes de las repúblicas, y propone inteligentemente precipitar al mar el sobrante de libros, lo cual se cumple al mismo tiempo en todas las costas del mundo. Así los escribas siberianos ven sus impresos precipitados al mar glacial, y los escribas indonesios etcétera. Esto permite a los escribas aumentar su producción, porque en la tierra vuelve a haber espacio para almacenar sus libros. No piensan que el mar tiene fondo, y que en el fondo del mar empiezan a amontonarse los impresos, primero en forma de pasta aglutinante, después en forma de pasta consolidante, y por fin como un piso resistente aunque viscoso que sube diariamente algunos metros y que terminará por llegar a la superficie.
Entonces muchas aguas invaden muchas tierras, se produce una nueva distribución de continentes y océanos, y presidentes de diversas repúblicas son sustituidos por lagos y penínsulas, presidentes de otras repúblicas ven abrirse inmensos territorios a sus ambiciones etcétera. El agua marina, puesta con tanta violencia a expandirse, se evapora más que antes, o busca reposo mezclándose con los impresos para formar la pasta aglutinante, al punto que un día los capitanes de los barcos de las grandes rutas advierten que los barcos avanzan lentamente, de treinta nudos bajan a veinte, a quince, y los motores jadean y las hélices se deforman.
Por fin todos los barcos se detienen en distintos puntos de los mares, atrapados por la pasta, y los escribas del mundo entero escriben millares de impresos explicando el fenómeno y llenos de una gran alegría. Los presidentes y los capitanes deciden convertir los barcos en islas y casinos, el público va a pie sobre los mares de cartón a las islas y casinos donde orquestas típicas y características amenizan el ambiente climatizado y se baila hasta avanzadas horas de la madrugada. Nuevos impresos se amontonan a orillas del mar, pero es imposible meterlos en la pasta, y así crecen murallas de impresos y nacen montañas a orillas de los antiguos mares.
Los escribas comprenden que las fábricas de papel y tinta van a quebrar, y escriben con letra cada vez más menuda, aprovechando hasta los rincones más imperceptibles de cada papel. Cuando se termina la tinta escriben con lápiz etcétera; al terminarse el papel escriben en tablas y baldosas etcétera. Empieza a difundirse la costumbre de intercalar un texto en otro para aprovechar las entrelíneas, o se borra con hojas de afeitar las letras impresas para usar de nuevo el papel. Los escribas trabajan lentamente, pero su número es tan inmenso que los impresos separan ya por completo las tierras de los lechos de los antiguos mares. En la tierra vive precariamente la raza de los escribas, condenada a extinguirse, y en el mar están las islas y los casinos o sea los transatlánticos donde se han refugiado los presidentes de las repúblicas, y donde se celebran grandes fiestas y se cambian mensajes de isla a isla, de presidente a presidente, y de capitán a capitán.
El Día del Libro en el blog de Apruebo historia del Instituto.
domingo, 25 de abril de 2010
FIN DEL MUNDO. Día del libro en el Juan de Herrera
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Lectura en público
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¡Qué maravilla de diversión!
ResponderEliminarYa nos contarás cómo se traba tan extraordinario encaje de bolillos
Estupendo, una celebración magnífica. Enhorabuena a todos. Yo creí una vez, cuando era chica, que llegaba el fin del mundo. Por mi calle sobrevoló un avión con un gran letrero y una vecina vino a decirnos que el letrero ponía: "Refugiénse, por favor". En mi casa todas creímos que llegaba el fin del mundo y nos metimos todas las hermanas en la cama de mi madre, a ver qué pasaba. Pero, un rato después, no pasó nada y la cosa seguía igual que siempre. Así que salimos a la calle y pudimos enterarnos que el letrero del avión decía, en realidad: "Fagorícese con Fagor".
ResponderEliminarVerídico.
LOS INCONDICIONALES DE SANTANDER (Ricardo y hermana de Carmen). Desde el seguimiento que hemos hecho en Santander: ¡QUÉ DELICIA de Día del Libro! Nos dais, además, un montón de ideas para importar.
ResponderEliminarEnhorabuena desde Cantabria a tods ls ganadors, A TODOS LOS EQUIPOS QUE APOYARON A COMPAÑERS AUNQUE NO GANARAN, a tods ls demonios/as y ángeles/as y, en mi caso(soy la hermana de Carmen) a ls alumns del aula de enlace (son mi debilidad en vuestro IES, claro).
Que si nos pilla el fin del mundo, nos pille leyendo, POR SUPUESTO.
Varios compañeros me han preguntado por la clave para conseguir un Día del Libro como el del viernes pasado.
ResponderEliminarLa primera y principal, las ideas magníficas generadas por dos profesoras que son verdaderos fenómenos de creatividad, que hacen que lo impensable se haga factible, y encima parezca sencillo. Son MAMEN MATEO Y CRISTINA PIÉDROLA, que llevan tres años consiguiendo maravillas en la animación a la lectura, y van a más. Estamos felices de secundarlas los profesores de los Seminarios del Plan lector, entre los que se cuenta un coordinado Departamento de Lengua, y otros muchos que se unen para ese día.
Y los alumnos. Los cincuenta que estuvieron la tarde anterior ayudando a montarlo todo, son un tesoro: Asociación de Alumnos, alumnos ayudantes de Biblioteca, y alumnos convencidos por Mamen y otros profesores de Lengua de que es importante ayudar.
Otra clave también es el planteamiento de actividades de grupo, con todos participando de un modo u otro, porque el premio es para la clase.
Y una más: que en los Seminarios del Plan lector se integran profesores de muchas asignaturas, y se extiende la actividad de modo natural a lo largo del curso, y en eso llevamos ya algunos años.
El resultado: el Día del Libro resulta el más divertido del curso, y, encima, se aprende.
Llevaba varios días sin asomarme por el blog, pero no podía olvidarme de echar un vistazo a vuestras actividades del Día del Libro. ¡Qué pasada, qué bien montado todo! ¡Enhorabuena a todos los participantes! Yo a Mamen no la conozco, pero a Cristina sí, y conociendo sus geniales ideas y ocurrencias no me extraña que el Plan Lector funcione de maravilla. Y si hay más como ella, mejor que mejor... mis felicitaciones también para todos los que formáis parte de este proyecto. ¡Saludos desde Alcalá!
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