miércoles, 8 de diciembre de 2010

Discurso de Vargas Llosa en los Premios Nobel 2010


El pasado martes, 7 de diciembre, fue un día importante para la literatura en español. En Estocolmo el mundo escuchaba a Vargas Llosa su discurso por la concesión del Premio Nobel de Literatura.

Ya hemos hablado de este escritor este curso. Nos interesa ahora el contenido de lo que expuso en un momento tan importante.
Habló de literatura, de lo que la lectura supuso para él desde su niñez, y a lo largo de su vida. De sus comienzos de escritor y de los escritores que le han servido como referentes. De las ciudades donde ha vivido, él que es un verdadero ciudadano del mundo, de su Arequipa natal, de París, Barcelona, Madrid o Nueva York, que para él son su domicilio y su cultura. Mencionó a las personas que lo han acompañado a lo largo de los años, familiares, amigos, editores, ..., agradecido a todos por lo que le han aportado.
Relató también su evolución política, que le ha llevado al convencimiento de que no podemos ser tolerantes con los totalitarismos. Esa parte de su alocución es la que hemos seleccionado como texto de la semana:

Innumerables víctimas son inmoladas cada día en diversos lugares del mundo por quienes se sienten poseedores de verdades absolutas. Creíamos que, con el desplome de los imperios totalitarios, la convivencia, la paz, el pluralismo, los derechos humanos, se impondrían y el mundo dejaría atrás los holocaustos, genocidios, invasiones y guerras de exterminio. Nada de eso ha ocurrido. Nuevas formas de barbarie proliferan atizadas por el fanatismo y, con la multiplicación de armas de destrucción masiva, no se puede excluir que cualquier grupúsculo de enloquecidos redentores provoque un día un cataclismo nuclear.
Hay que salirles al paso, enfrentarlos y derrotarlos. No son muchos, aunque el estruendo de sus crímenes retumbe por todo el planeta y nos abrumen de horror las pesadillas que provocan.
No debemos dejarnos intimidar por quienes quisieran arrebatarnos la libertad que hemos ido conquistando en la larga hazaña de la civilización. Defendamos la democracia liberal, que, con todas sus limitaciones, sigue significando el pluralismo político, la convivencia, la tolerancia, los derechos humanos, el respeto a la crítica, la legalidad, las elecciones libres, la alternancia en el poder, todo aquello que nos ha ido sacando de la vida feral y acercándonos –aunque nunca llegaremos a alcanzarla– a la hermosa y perfecta vida que finge la literatura, aquella que sólo inventándola, escribiéndola y leyéndola podemos merecer.
Enfrentándonos a los fanáticos homicidas defendemos nuestro derecho a soñar y a hacer nuestros sueños realidad.


TEXTO COMPLETO DEL DISCURSO

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